Transcribimos un discurso de Julio Anguita González (nacido en 1941 –
España, maestro jubilado y político de orientación comunista) del que
deseamos rescatar la importancia de la participación ciudadana como una
constante rebeldía contra la resignación. Más allá de las opiniones
partidarias que son propias del orador, creemos interesante “despertar” a
una nueva manera de entender la ciudadanía.
Galileo Galilei descubrió que la Tierra no era el centro del Universo.
Esto enfrentó a la verdad institucionalizada. A las voces del poder.
Galileo fue a juicio.
Todos pensaban que el Planeta Tierra era el centro de todo y deseaban
oír que desmintiera sus descubrimientos. Su respuesta fue estratégica,
intentó dejar conforme a su público pero al final dijo en un susurro:
“Sin embargo se mueve”.
Sus cálculos matemáticos, las observaciones y el ejercicio de la
razón le demostraban que era la Tierra la que se movía. No importa lo
que él dijera en el Juicio sabía que la Tierra se movía. Y no se
equivocó.
Hoy… Una vez más en nuestra historia estamos parados frente a la
misma duda: si seguir en la resignación, o plantarnos socialmente,
rebelarnos.
RESIGNACIÓN.
La resignación es como una droga que duerme a la gente. Tiene muchas
causas: por ejemplo es hija de un discurso totalizador que nos dice que
no hay más verdad que la competitividad, la economía tiene que crecer
constantemente no importa que se contamine el aire, el agua. El poder de
estas afirmaciones no puede ser contestado porque todo ese enjambre es
lo que produce “el bienestar moderno”, aunque ese bienestar del que se
habla no llegue a todos. La resignación es creer que por los datos e
indicadores: vamos bien. Creemos el discurso aunque no todos lo vemos.
Tenemos ahí la televisión, los concursos degradantes, la vida de
personajes populares, tenemos a mano la literatura de la evasión, las
imágenes nos muestran lo bien que vivimos aunque jamás lo observamos con
ojos propios. Allí está la droga.
El poder baja desde la Justicia, desde las Cátedras, desde los Medios de Comunicación, sobre todo baja el discurso de que
no hay alternativa. Nada cambiará.
Los pueblos cuando tienen problemas no son rebeldes, quien debe comer
todos los días no puede rebelarse y poner en riesgo su plato, cuando
hay que defender lo que tenemos no hay lugar para la rebeldía. La
rebeldía solía surgir de aquellos que comían todos los días y que hoy no
hacen nada para no perder sus privilegios: de allí la culpa de quienes
están “bien” que no han sido capaces de decir basta a esta situación.
Uno de los éxitos del sistema americano es conseguir que el pobre se
sienta culpable de lo poco que ha conseguido. Es la filosofía
calvinista, hija del protestantismo: “tú eres culpable de tu situación,
no has sido capaz de triunfar, esta sociedad te dio las mismas
oportunidades que a todos. Pero tú no llegaste.”
Es perfecto el dominio del poder.
No se basa en la fuerza, en la cohesión o en un ejército: se basa en el dominio de la mente.
Eso “obvio” que cae de la TV, de la Justicia, de los Tribunales,
adoctrina resignación, ese “cállate porque si no será peor” lo estamos
aprendiendo todos.
Los Medios de Comunicación – y esto no va en contra de Uds.
trabajadores sino de quienes tienen el poder – optan decirle al pueblo
una parte
de la verdad. Seguir un credo único. Amén. Conspiran para deformar el
pensamiento. Nos transforman en seres totalmente iguales. Y como dijo
Orwell eso no es casual ni inocente.
La resignación es hija de una economía, de un sistema político que
confunde muchas cosas. Los universitarios de hoy aprenden la cultura del
SI o NO – propia de las computadoras – evitando la variedad de opciones
de nuestra vida. Se están eliminando a los seres humanos reflexivos,
pensantes. Se buscan esclavos sin pensamientos.
Por eso también se degrada sistemáticamente la memoria de las
personas, de los pueblos, de las culturas: porque la memoria nos hace
ser lo que reamente somos. Yo soy lo que soy porque viví con mis padres,
vivo con mis recuerdos y mis vivencias, soy la representación de todo
lo pasado. Tengo pertenencia y anhelos.
Queremos pueblos vivientes, que se estimulen por la historia, por sus
héroes, por sus derrotas y sus conquistas, pero en cambio hoy se escapa
de la memoria. Es retro, es más fácil mirar siempre adelante.
Se cede el pensamiento y se anula el espíritu crítico.
Se lleva la “Frivolidad” a cada espacio, incluso a los lugares donde
se discute la política internacional, allí vemos como se hacen chistes
personales.
La política es hoy la mera compra-venta de votos.
¿Qué quiere el pueblo? No importa. Eso es muy fácil de manejar desde los Medios.
Antes se le dice al pueblo lo que el pueblo debe “querer”, los Medios
de Comunicación se ocupan de eso con idas y vueltas muy perversas.
Luego viene el político con la respuesta. No viene cualquiera, quienes
desean hablar con entusiasmo y verdad son acallados de muchas maneras,
los que llegan diciendo “yo sé lo que quiere mi gente, sé lo que tenemos
que hacer” se encuentra con todo un sistema de detención. Los Medios
adoctrinan también a esas personas para que hablen como los Medios
quieren, le explican que debe ser políticamente correcto, que esto y
aquello no se hace, no se dice. Y si no lo cumples no sales mas por los
Medios. Y no consigues votos. Luego… ya es tarde.
La cultura de la hipocresía, que miente a sabiendas, que dice lo que
nadie ya cree, donde lo importante es que no se diga lo importante. Ese
cáncer de la hipocresía debilita las fuerzas para combatir, todos se
siente solos en su instinto de rebeldía. Todo se duerme. Todo muere.
Pero hay otro camino.
REBELDÍA.
La rebeldía es un grito de la inteligencia, de la voluntad. “Ya no le
digo que SI a esta situación, no asumo esta podredumbre y lucho contra
ella”.
Este tipo de rebeldía es una actitud intelectual, no universitaria
sino que nace de la mente y del corazón, del fuego de querer cambiar.
Esta es la rebeldía fundamental. Lo otro son gritos de queja. Voces y
chillidos de circo romano.
La verdadera rebeldía es el posicionamiento del ser con esos otros
valores a los propuestos, haciéndole frente a la realidad. No aceptamos
que la competitividad y el mercado rijan el destino de las sociedades.
Hay una Declaración Universal de Derechos Humanos que debe cumplirse.
Que el hombre y la mujer sean iguales, donde no haya marginados. Hay
mucho por hacer. Esto costará mucho tiempo y sacrificio pero vale la
pena incluso morir por ello, porque un día igual moriremos. Muramos por
lo menos luchando por un ideal noble y no consumiéndonos.
Rebeldía es … es defender los valores.
Hay valores que deben ser mantenidos y pasados de generación en
generación, como el hermoso valor de la igualdad. Todos tenemos sangre
roja y nuestros corazones están siempre a la izquierda, nacemos todos de
la misma manera.
Junto a la igualdad siempre está la libertad. Gran tema. No es lo
mismo decir que tenemos la conciencia libre que decir que tenemos
libertad de conciencia.
La conciencia libre significa que yo puedo decidir porque tengo todos
los elementos para decidir: estoy bien informado, estoy bien formado,
puedo comer bien, tengo donde dormir y cómo proteger a los míos. Allí
puedo pensar y ser un hombre libre. En cambio si tengo hambre, tengo que
estar en las colas de empleo, no tengo información y cuando haya
elecciones votaré por hambre y seguridad, no por libertad. Tengo que
vender mi hambre.
Y también viene la Justicia, no la difícil del Tribunal sino lo
sencillo de dar a cada uno lo suyo, sin distinciones. La ley hace
posible que vivamos en sociedad.
Solidaridad.
Este es el mensaje que nos puede hermanar a todos. Consiste en
afirmar que no merece la pena luchar por bandera sino por la humanidad
toda.
Austeridad.
La austeridad en el sentido romano – mediterráneo. No hablo de vivir
en la miseria sino de vivir dignamente. Con lo necesario sin atentar
contra la naturaleza. Tener tiempo libre para discutir, dialogar, jugar y
hacer el amor. La mejor manera de vivir es poder relacionarnos con
otros en el plano de igualdad, sintiéndonos libres. Que seamos vistos
como seres humanos y no como seres de consumo: me niego a que me vean
como un español que consume tantas salchichas al año.
Austeridad es sobriedad.
Movilizar.
No es solo amontonar gente en la calle, es conciencia. Nosotros
existimos – los que queremos pensar por nuestra cuenta – para perturbar a
los demás. Si hay creyentes recordarán que cuando le preguntan a Jesús
si ha venido a traer la PAZ, él responde “yo no, he venido a traer la
guerra”. Quiso decir que ha venido a perturbar. No queremos gente
tranquila y drogada, sino despierta, que perturbe, que movilice.
“Levántate y piensa” es lo más revolucionario que he oído en mi vida: la
rebeldía comienza aquí en tu mente cuando decides no asumir estos
valores que proponen resignación, no voy a seguir así. No quiero.
Pensar y hacer pensar. Los grandes revolucionarios de la historia lo
que lograron es poner nuevos pensamientos en marcha. Luego vienen las
masas, los colectivos, los pueblos a hacer realidad la revolución.
Hagamos alianzas pero para cambiar el mundo, no para cambiar un sillon
por otro, eso lo hacen “los otros”.
Cultura.
Cultura viene de “cultivo”, cultivarse, no es saber muchas cosas,
sino hacerse mas humano cada vez, es captar todo aquello que la
humanidad ha ido produciendo y nos mueve por degustar la belleza. La
humanidad ha ido superando problemas gracias al hombre culto que mira el
mundo con mirada independiente y libre. Piensa como quiere. No importa
si sabe leer o no, sino su capacidad para pensar y cultivar. Luego ese
hombre libre se puede unir a otro hombre culto rodeado de libros y entre
ambos avanzar aún mas. Seguramente uno tiene lo que le falta al otro.